Cortesía de.-

Nomeolvides











La campana de hierro forjado suena para llamar a formación, es el último día de clase, todo está preparado para dar por terminado el ciclo escolar.
Los niños de sexto, vestidos de blanco, bien peinados, con los zapatos limpios llegan de misa con sus ramos de flores y madrinas muy monas y arregladas. Formados para ceremonia, ríen nerviosos, sentados hasta delante esperan a ser llamados para recoger los documentos que acreditn sus estudios. Los más aplicados portan la bandera, los demás suspiran aliviados haber salvado el año. Algunos preocupados porque no han podido avanzar al siguiente grado. Otros, tristes piensan en que ahí se acabó la oportunidad de estudiar. Con la carita triste saben que ya no hay más camino de oportunidades por andar.


Los aplausos de los familiares cuando nombran al mejor de la escuela, el que recibe los honores, el que se lleva la admiración de casi todos, también hay lágrimas de los que con mucho esfuerzo terminan la educación primaria sabiendo que no podrán seguir adelante.


Es el último día de clase.


¨Las Golondrinas¨ suenan con notas lloronas diciendo adiós, los abrazos y deseos son dichos con las más sinceras palabras, los niños escriben ¨nomeolvides¨ con lágrimas y letra temblorosa, atrás se deja la época donde se empezó el camino de una vida, cada cual seguiría su camino y cada uno encontraría su lugar, un sitio que por más que quisieran no podrían cambiar, un destino incierto en la vida, el destino con el que habían sido marcados, vencedores exitosos y los vencidos por la desigualdad y el hambre.


Los que duelen... los que ven pasar las oportunidades sin poderlas tocar, como Gabino, el niño que vende alegrías fuera del centro comercial y que me preguntó cuanto me había costado el cuaderno elegante en el que pienso seguir escribiendo mis memorias, -como si valieran algo-. No supe qué decir, no tuve la vergüenza de regalarle mi cuaderno, él habría podido darle mejor uso que yo. Sonreí tontamente, me dijo que algún día querría tener una libreta de esas pero no lo ocuparía para no ensuciarlo, yo no sabía que decir, supe que no había comido a pesar de ser muy tarde, tenía la cabeza mojada y la ropa húmeda porque no ha parado de llover, le acaricié la cabeza, le compré dos alegrías pero se las dejé para que las volviera a vender, seguí mi camino sin mirar atrás porque no tuve el impulso de darle mi cuaderno. El cuaderno que ha empezado con esta historia y que me ha llenado de vergüenza no haberme desprendido de él.









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Nomeolvides --La_Malquerida--