Disculpá, pero voy a pedir disculpas de nuevo. Sé que a veces me excedo, algunas por poco y algunas por mucho. Unas porque no hago bastante, otras porque hago de más. Lo bueno y lo malo. A veces lo malo termina pasando porque se me va la mano en lo bueno y todo se pudre, y la intención al carajo… Concluí algo. El problema no está en lo malo, sino en lo bueno, en lo muy muy bueno. Así que tengo que balancear.
Voy a dejar de ser esa persona perfeccionista, voy a dejar que la espontaneidad me gane un poquito. Voy a dejar de calcular tanto, de irme dos pasos más allá de todo, voy a dejar de guardar distancias exactas a ambos lados. Voy a oscilar más. Voy a elaborar menos. Voy a callarme más. Voy a aprender a estar despierta por más tiempo, a ser un poco menos precisa. Eso sí, no voy a pecar en la inconsciencia. Voy a pensar pero sólo lo necesario.
Me di cuenta que no hace falta hacer todo tan bien. Al fin y al cabo muchas veces ni se nota la diferencia entre lo perfecto y lo apenas justo. A veces van siendo lo mismo pero yo me hago bolas y ya está…
Yo sé que los negros no son mi problema, son los blancos. Los quiero demasiado blancos. Siempre me verás con la botellita de cloro. Pues hoy voy a dejarla en la casa. Ya me ha pasado que por andar blanqueando todo, al final termino manchando y echando a perder la ropa negra.
Voy a ser más como una cámara. Voy a ponerme a balancear los blancos. Si el día está soleado, que sean amarillitos y si está nublado, que sean grisitos. Que el blanco puro se lo deje la paloma. Es bonita la variedad y al final se ve más artístico. Y como vos sos tan blanquito, también, te voy a balancear a vos. Y como yo también resulto ser blanquita, me voy a balancear a mí misma. Tal vez nos estoy asfixiando. Así que a ratitos, como la botellita, te voy a dejar guardadito y me voy a dejar guardadita. Pero sin planearlo, que sea natural. Ése es mi plan: dejar de hacer planes.
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